Si partimos de que Donald Trump está por detrás de Joe Biden en las encuestas, la actuación del presidente en el primero de los tres debates con su rival demócrata difícilmente cambiará la opinión de nadie que no creyera ya ciegamente en él. Es improbable que, simplemente contentándose sus fieles, Trump pueda seguir cuatro años más en la Casa Blanca, a menos que consiga desmovilizar a los votantes de Biden. Y es probable que esta madrugada Trump haya entusiasmado sólo a sus.
Insultos, motes, ataques personales, continuas interrupciones. Donald Trump en versión para adictos a Donald Trump. El periodista Chris Wallace, moderador del debate, la ha llamado al orden en incontables ocasiones, hasta el punto de que el republicano ha ironizado diciendo que le parecía estar debatiendo con Wallace y no con Biden. Si la idea del mandatario era llevar Biden al barro, no lo ha conseguido. Sí, el ex-vicepresidente la calificó de “payaso” -que para los estándares de respeto institucional del demócrata es incluso pasar de la ratlla-, pero el segundo de Obama ha eludido entrar en la pelea y la confusión en que se deleita su oponente.
Lo que sí ha conseguido Trump, a pesar de los esfuerzos de Wallace, es impedir la fluidez del debate, la exposición de ideas, el contraste de propuestas para el país. Como un niño pequeño que requiere continua atención, no ha dejado a Biden pronunciar más de dos o tres palabras consecutivas sin mofarse o quejarse. El demócrata, que ha optado por la risa como terapia y como respuesta a la mayoría de ataques de Trump, no aguantó más y le pidió: “Te puedes callar, hombre?”. Y así durante hora y media de sesión, esta sí, ininterrumpida.
Aunque la pregunta ha tardado casi cuarenta minutos en llegar, Donald Trump ha tenido que hacer frente a las informaciones sobre sus impuestos publicada el domingo por The New York Times . El presidente ha negado rotundamente haber pagado 750 dólares en impuestos sobre la renta en 2016 y también en 2017. Según aseguró, pagó “millones de dólares”. Pero no se ha comprometido, como le ha pedido a su rival, a probarlo haciendo pública su declaración, una promesa que lleva años aplazando. Eso sí, ha dejado clara una cosa: “no quiero pagar impuestos”, ha admitido, y ha sugerido que, “si no es estúpido”, un ciudadano debe jugar con la ley para pagar los menos posibles.
Lo que sin duda será uno de los momentos que generará más polémica durante varios días ha sido la negativa de Trump a condenar el supremacía blanca y las milicias armadas que, con cada vez más frecuencia, han intentado hacer descarrilar algunas de las manifestaciones por la justicia racial en Estados Unidos. El republicano ha atribuido la violencia en las calles a grupos de extrema izquierda, pero ante las reiteradas peticiones del moderador, que le ha puesto el ejemplo de una reciente concentración en Portland de un grupo armado neofascista, Proud Boys, Donald Trump no sólo no les ha condenado sino que les ha sugerido que dieran “un paso atrás” y permanecieran “a la espera”. Un lema que el grupo ha abrazado a las redes sociales minutos después.
Preguntado por su compromiso de aceptar los resultados electorales, Donald Trump ha insistido en su idea de que el crecimiento del voto por correo es garantía de unas elecciones falseadas en su contra. “Habrá un fraude como nunca se ha visto”, anticipó sin pruebas, por lo que pidió a sus seguidores que “vayan a los colegios electorales y vigilen con mucha atención”. Joe Biden, por su parte, ha tratado de hacer pedagogía para explicar por qué es probable que los resultados definitivos no se conozcan la noche electoral y ha garantizado en varias ocasiones que, a pesar de la retórica de Trump, si pierde, el actual presidente marchará.