La democracia ha cerrado hoy una de las mayores heridas de la historia de España. Los restos de Francisco Franco han sido retirados del Valle de los Caídos para ser trasladados a El Pardo-Mingorrubio, donde la familia llevará a cabo un acto privado.
Al acto, que se intentó consumar en una limitada intimidad, acudieron la ministra de Justicia, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino; el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños; el subsecretario de vicepresidencia, Antonio Hidalgo; los operarios de la funeraria y un forense.
Aunque solo dos miembros de la familia del dictador pudieron acceder a la basílica, unos 12 miembros esperaban fuera, liderados por Francis Franco, al grito de “¡Viva Franco!” y “¡Viva España!”. El nieto, que portaba orgulloso una bandera preconstitucional, criticó la decisión y forma de proceder del Gobierno. “Hoy es un día muy triste. Quieren hacer ver que mi abuelo está solo, pero no lo está”, ha dicho a los medios.
Aunque el Ejecutivo prohibió en su momento que el féretro vistiera bandera española alguna, permitió que la familia utilice la bandera que considerase en la reinhumación que se llevará a cabo en el mausoleo de Mingorrubio, un acto privado.
Todo lo contrario que la exhumación, cargada del simbolismo de una democracia que aprobó en el Congreso el traslado de los restos del dictador sin ningún voto en contra. PP y Ciudadanos se abstuvieron, considerando que la medida no era prioritaria. Pero PSOE y Unidas Podemos acogieron la propuesta con entusiasmo.
Se cierra una herida
Se cierra así una herida abierta hace casi 60 años, cuando Franco decidió levantar un decadente monumento a su persona y a los caídos que se amontonan en el interior. Más de 33.800 víctimas de la Guerra Civil sepultadas en la basílica en contra de la voluntad de sus familias.
A partir de este momento, la intención es resignificar el hasta ahora lugar de peregrinaje para defensores de un régimen que hoy pierde su primera batalla.