La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó este jueves, con los demócratas a favor y los republicanos en contra, las reglas por las que se regirá el proceso de impeachment contra Donald Trump. Un juicio político que adquirirá una gran dimensión mediática, a un año de las elecciones de 2020, pues podría llegar a ser televisado.
Se trata de un proceso excepcional, el cuarto en la historia estadounidense, por el que podría darse la destitución del presidente, si la Cámara considera que ha incurrido en delitos graves. Todo comenzó con la famosa llamada de Trump a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, que pudo haber sido presionado para sacar los trapos sucios de Joe Biden –el más que posible rival del republicano en las elecciones– y su hijo Hunter, con negocios en el país.
Este jueves se produjo el primer voto formal para sentar las bases del impeachment. Momento en el que quedó patente la disciplina de voto de los dos principales partidos del Congreso. 231 demócratas y un independiente votaron a favor de la investigación, mientras que 194 republicanos y dos demócratas votaron en contra.
A partir de ahora, el proceso entra en una fase en la que podrían darse comparecencias, reclamaciones de documentos públicos y una defensa formal por parte de los abogados de Trump. Hasta ahora, la Casa Blanca se había negado a colaborar al considerar el proceso ilegítimo, pero el proceso ya está en marcha.
Declaraciones y testigos
Además de declaraciones televisadas, el impechment permite la publicación de las transcripciones de algunas comparecencias ya celebradas en privado y determina que el Comité de Inteligencia, encargado del grueso de la investigación, elabore un informe final.
Dicho documento pasaría a disposición del Comité de Justicia. Desde ese momento, la defensa de Trump llamaría a sus testigos, aunque los demócratas, que cuentan con mayoría en la Cámara Baja, podrían limitarlo.
Las normas establecidas en la votación de este jueves serían similares a las vistas en los procesos contra Richard Nixon o Bill Clinton. El primero dimitió antes de que se produjese la votación, mientras que el segundo salió airoso del impeachment y su figura salió reforzada. Lo mismo podría pasarle a Trump, pues los republicanos cuentan con mayoría en el Senado, que tendría que ratificar la votación producida en el Congreso.