Empate sin goles entre Barcelona y Real Madrid en un partido en el que los blancos merecieron más. No llegó a aparecer Messi, y los suyos lo notaron, incapaces de imponer su fútbol ante un equipo que salió al Camp Nou a por la victoria.
Algo de eso se infería de la alineación presentada por Zidane, que tuvo el cuajo de dejar a Modric en la banqueta. Por algo se dice que Valverde se ha vuelto imprescindible, unos rumores que el Pajarito se encargó de validar sobre el verde. Sin duda, uno de esos futbolistas modernos que aportan en todas las facetas del juego, acompañado de un alguacil inmejorable como Casemiro.
Con esas, los blancos se plantaron en campo contrario, entorpeciendo la salida de balón a un Barça que esperaba la comparecencia de Messi. Y tuvo que esperar sentado, porque el argentino no se hizo notar hasta que frisó el descanso, en una jugada que bien pudo acabar en gol, si no fuera por el despeje providencial de Ramos bajo palos.
Antes lo haría Piqué en la puerta de Ter Stegen, lastrando un cabezazo de Benzema en los mejores minutos del Madrid. Demasiado sofoco para un Barça que no está para esos trotes. No supo trenzar argumentos en las inmediaciones de Courtois, y vaya si lo aprovecharon los blancos.
Segundo tiempo gris
Pero, con el transcurrir de los minutos, los de Zidane perdieron la chispa. El partido se volvió gris y perdió el interés para el aficionado medio. Pese a todo, rondaba la sombra de Messi, que siempre encuentra la forma de mostrarse. Le costó esta noche, aunque supo hacerse hueco en la ratonera blanca, pero ni él ni Luis Suárez acertaron a embocar el gol.
Los técnicos vieron el momento de menear el árbol. Tanto Valverde con Vidal como Zidane con Modric y Rodrygo, pero, más allá del músculo del chileno, aquello no pasó de un simple intercambio de cromos. Flojo el Barça, mejor el Madrid. La cosa terminó sin goles, pero no sería por falta de alternativas en una Liga que está muy viva.