Aunque solo hayan pasado seis meses desde las últimas elecciones de abril, la política española ha cambiado mucho desde entonces. Al menos eso se entiende después del debate de anoche, televisado por RTVE y Atresmedia. En él vimos a un Pedro Sánchez encaramado contra el centro político. Combatir los votos de la izquierda con Unidas Podemos ya no es una prioridad.
Y es que el presidente en funciones recrudeció buena parte de su discurso, especialmente con el problema en Catalunya. Sánchez propuso reformas legales severas como recuperar el delito de convocatoria de referendos ilegales. Un aspecto del Código Penal implantado por el PP en la época del Plan Ibarretxe y eliminado por el PSOE, precisamente, de José Luis Rodríguez Zapatero.
Eso no impidió a Pablo Casado criticar al líder socialista por su mano tan tibia con la desobediencia en Catalunya. Si bien el popular no quiso pedir la aplicación del 155 –sí Albert Rivera–, pidió al presidente que aplicara de una vez la ley de seguridad nacional. Una medida blanda para Santiago Abascal, que prometió directamente acabar con la autonomía de Catalunya –al igual que el resto– e ilegalizar partidos democráticos como Junts per Catalunya o el PNV.
Casado y Rivera se enzarzaron en un debate sobre la corrupción, un tema que el popular prefiere no mentar, recordando al líder de la formación naranja los casos de sus concejales en distintos ayuntamientos.
Mientras tanto, Pablo Iglesias intentaba que Sánchez prometiese no pactar con la derecha. No obtuvo respuesta y señaló el rifirrafe entre Rivera, Casado y Abascal. “¿Ve, señor Sánchez? La derecha discute mucho entre ellos, pero luego no tiene dudas de gobernar en coalición. ¡A ver si aprendemos!”, dijo.
Sánchez se olvida de la izquierda
El líder socialista, enfundado en el mismo traje de presidente que calza desde la moción de censura a Rajoy, no entró al trapo. Cada vez que se refirió a Iglesias fue para resaltar sus diferencias en la crisis catalana, así como en materia económica.
Ni un solo guiño a Unidas Podemos, al que ya no ve como una amenaza. Ni siquiera como un socio. La batalla por la mayoría absoluta se encuentra ahora en el centro democrático. En el control de TV3, en la unidad de España. Veremos si el giro da a Sánchez los frutos que espera este domingo.