Hace poco más de una década, hablar de coches eléctricos era hablar del futuro, donde la imaginación volaba sin ningún afianzamiento real. Hoy, es hablar del presente, superando algunas de las expectativas de ese pasado reciente.
El mercado manda. En 2024, las ventas globales de vehículos eléctricos de batería (BEV) alcanzaron aproximadamente 10,4 millones de unidades, lo que representa un incremento del 14% en comparación con el año anterior. Este crecimiento fue impulsado principalmente por el mercado chino, que consolidó su posición dominante en la industria.
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Autonomía y carga, mitos y barreras que se superan
Durante mucho tiempo, el principal argumento en contra de los eléctricos ha sido la autonomía, sin embargo, hoy el panorama es radicalmente distinto.
Modelos de gama media ya ofrecen garantías de recorrer más de 500 km en ciclo WLTP. Incluso algunos SUV, como el recién presentado Smart #5, alcanzan cifras cercanas a los 600 km, con tiempos de carga rápida que permiten recuperar el 80% de la batería en menos de 30 minutos.
Por otro lado, es interesante resaltar cómo la red de carga pública crece a pasos acelerados. Solo en España, los puntos de recarga se han duplicado desde 2021, superando ya las 30.000 instalaciones, con previsión de llegar a 100.000 en 2030. La recarga doméstica, por su parte, se ha vuelto más asequible, eficiente y hasta integrada con sistemas de autoconsumo, como placas solares.
El coste real, un valor más allá del precio de compra
Si bien es cierto que, de entrada, los eléctricos suelen tener un precio más elevado, conviene mirar más allá del precio de salida en concesionario. Y es que el coste por kilómetro recorrido en un VE es significativamente menor: en torno a 1,5 € cada 100 km frente a los 7-8 € de un vehículo a gasolina, dependiendo del contexto energético. A esto cabría sumar un mantenimiento mucho más sencillo (sin embrague, sin aceite, sin filtros), exenciones fiscales y beneficios como aparcamiento gratuito o libre acceso a zonas de bajas emisiones.
No cabe duda alguna que, en el largo plazo, el vehículo eléctrico arrasa no solo en sostenibilidad, sino también en rentabilidad.
La sostenibilidad, la obligación moral del siglo XXI
Es evidente que un VE emite cero emisiones durante la conducción, por lo que ecológicamente es mucho más beneficioso, pero es necesario hablar también del ciclo completo de vida, ya que la fabricación de baterías, sobre todo por el uso de litio, cobalto y níquel, tiene un coste medioambiental significativo.
No obstante, conocedora de este problema la industria ya está reaccionando fabricando baterías reciclables, y trabajando con mayor intensidad en la trazabilidad de minerales y procesos menos contaminantes. Además, la Unión Europea exigirá desde 2027 una declaración ambiental digital para cada batería vendida.
El cambio ya está en marcha y es inevitable
El coche eléctrico ya no es una rareza ni un capricho. Es una opción madura, viable y cada vez más competitiva. Modelos como el Smart #5 reflejan esta evolución: vehículos que combinan autonomía, diseño y tecnología sin renunciar a la funcionalidad que demanda el conductor moderno.
¿Significa esto que el motor de combustión tiene los días contados? No de inmediato, pero la tendencia es clara. La transición será gradual e inevitable.