Evo Morales ha ganado las elecciones en Bolivia y no necesitará enfrentarse en una segunda vuelta al opositor Carlos Mesa. Así lo ha anunciado en la tarde de ayer, cuando el lento y dudoso recuento del Tribunal Supremo Electoral. El organismo le atribuye una ventaja del 10,55% sobre el líder de la oposición.
El proceso electoral ha despertado protestas en varias ciudades del país. Mesa no reconoce el resultado, y la OEA, la UE y Washington piden que se haga una segunda vuelta.
Ante las acusaciones, Morales ha preferido atrincherarse y pedir a sus seguidores que se movilicen, denunciando un “Golpe de Estado interno y externo”. “Empezamos con una buena noticia. Ganamos en primera vuelta”, afirmó en su conferencia de prensa.
Las sospechas empezaron a surgir el pasado domingo cuando se retrasó el recuento del voto electrónico, que anticipaba una segunda vuelta. “Carlos Mesa no solo ha sido un cobarde, es un delincuente”, dijo Morales, descartando la posibilidad de ‘pucherazo’. También criticó la misión de observación de la Organización de Estados Americanos.
“Nuestro deseo es que se haga una auditoría de la votación”, aseguró el presidente. “No quiero entender que la misión ya está con el Golpe de Estado”, añadió. Morales no aclaró si aceptará una segunda vuelta, pero sí habló de una negociación.
Crisis de legitimidad
La crisis del mandato de Evo Morales nació el 21 de febrero de 2016, fecha en la que perdió un referéndum sobre la reelección indefinida. Finalmente, el Tribunal Supremo Electoral le permitió presentarse a estos comicios.
Por ello, se ha disparado la tensión en todo el país. Después de días de movilización, Mesa lanzó una plataforma que agrupa a varios dirigentes opositores para forzar una segunda vuelta. En principio, el líder de la oposición recibiría el apoyo de varios organismos internacionales, especialmente la OEA.