Francia no ceja en su empeño por tomar el control del futuro de la UE, después de las duras declaraciones del presidente Emmanuel Macron contra la propia institución europea y la OTAN. A la primera la critica por permanecer anclada en el siglo XX, mientras que a la segunda la da prácticamente por muerta.
Después de lanzar la piedra, París llega a las reuniones de la UE y la OTAN en Bruselas con un marcado talante dialogador, consciente de que la fuerza que ganará su país tras la salida del Reino Unido de la unión.
El terremoto Macron ha sido recibido por Bruselas con talante y resquemor a partes iguales. Las instituciones removidas por las palabras del líder francés son conscientes de que Francia subirá posiciones en el mapa geoestratégico tras la consumación del Brexit.
Comienza así la batalla por la toma de control de un proyecto político marcado por la era post-Brexit, post-Merkel y los nuevos proyectos populistas. “Ha sido un aldabonazo muy útil para despertar a los sonámbulos”, defiende Shada Islam, directora de Europa del centro de estudios Friends of Europe. Islam considera que el presidente francés, cuyo europeísmo le parece fuera de duda, “está pidiendo que los europeos salgamos de nuestra zona de confort y repensemos de una vez nuestro futuro, nuestra identidad y nuestra relevancia en un mundo cambiante”.
Macron se ha declarado harto de una zona euro que favorece desproporcionalmente a Alemania, de una política de defensa descoordinada y de una Alianza Atlántica en “muerte cerebral”.
Nuevo procdimiento de adhesión
Tras la sacudida, París ha decidido calmar las aguas, presentando una reforma en el procedimiento de adhesión a la UE para aligerar las entradas de Albania o Macedonia del Norte, vetadas por el propio país galo hace tan solo un mes.
El documento, al que ha tenido acceso el diario El País, endurece los criterios de acceso a la UE. Especialmente en materia de Estado de Derecho, y supedita la entrada de futuros socios “al cumplimiento tangible de objetivos de convergencia económica y social”. Un listón que podría alejar durante un tiempo el acceso de nuevos miembros, pero que dejaría abierta una puerta hacia los países de los Balcanes que siguen fuera.