La pérdida de un ser querido, ya sea un familiar o un amigo, es uno de esos trances por los que pasamos con relativa frecuencia y que supone una verdadera prueba de fuego hacia los demás y nosotros mismos. En muchas ocasiones no sabemos, actuar o como dar el pésame. Es algo para lo que no hemos sido educados y que, llegado el momento, supone un verdadero esfuerzo. Encontrar la palabra adecuada, saber expresarla, hilvanar un discurso coherente que esté lejos de todo estereotipo y que a la vez consiga ser reconfortante, es muchas veces un reto. Cuando queremos como animar a alguien siempre hemos de tener claras algunas premisas para no caer en un discurso demasiado manido y podamos servir de verdadera ayuda.
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La muerte, el inevitable final
Nuestra cultura no educa en el proceso de la muerte, es un tema que siempre se esquiva y que, llegado el momento, no se sabe cómo manejar ni cómo actuar.
No solemos ver sobrepasados por la situación y en diversas ocasiones, nos quedamos totalmente en blanco. Sin embargo, es posible decir siempre unas palabras que sean verdaderamente útiles, que ayuden y resulten un bálsamo.
Pero también conviene resaltar que hemos de elegir bien lo que vamos a decir, ya que en diversas ocasiones y por querer ayudar podemos causar el efecto contrario.
Una labor de acompañamiento en el tanatorio o en el domicilio doliente supone siempre un buen alivio para los familiares que están pasando por ese trance.
La compañía siempre es bienvenida, si bien cabe recordar que debemos ser extremadamente cuidadosos con nuestra presencia, tratando de no estorbar, dando nuestro tiempo sin tratar de atosigar a preguntas o de remover sentimientos que puedan resultar dolorosos.
Dónde recurrir en caso de ayuda
Según los expertos que hemos consultado, tratar de mantener la calma y de actuar con mucha cautela es una buena manera de apoyar a quien está pasando el dolor de su trance de la muerte de un ser querido. Sabemos que este proceso siempre es muy doloroso y que, si acudimos a despedir o acompañar, hemos de aportar algo y servir de ayuda, ya que en caso contrario lo mejor es no acudir.
Las personas que pasan por un trance tan doloroso no necesitan añadir más tensión ni preocupaciones o unos momentos tan delicados. Cada óbito tiene unas circunstancias diferentes, no es lo mismo la muerte repentina de una persona joven en un accidente, algo para la que no se está preparado, que el fallecimiento tras una enfermedad de larga duración.
Cada situación requiere una respuesta diferente, por lo que elegir nuestro discurso de antemano siempre es la mejor de las opciones. Tal y como recomiendan en el portal de INTERFUNERARIA.es, podemos elegir multitud de frases cortas que siempre van a funcionar, sobre todo, si no tenemos muy claro qué decir.
Actuar siempre con cautela, escuchando más que hablando, siempre es también un acierto.
A fin de cuentas, los familiares lo único que desean es sentirse arropados, acompañados, y tener personas a mano a las que recurrir para cualquier cosa.
Si es posible, ofrece tu ayuda de manera directa. Echar una mano en alguna tarea que esa persona no pueda realizar en ese momento siempre es muy recomendable, por ejemplo, dar un paseo a su mascota, llevar a los niños pequeños a donde haga falta, o prepararle la comida. Estas ayudas son siempre un apoyo real y práctico, que ayudará a que el trance sea bastante más llevadero para esas personas.
Mostrarnos especialmente sensibles, cariñosos, midiendo bien nuestro lenguaje y palabras son siempre una garantía de buena actuación en unos momentos delicados. Trata siempre de ponerte en el lugar de esa persona que lo está pasando tan mal, y piensa cómo te gustaría que te tratasen a ti se ocupará su lugar.
Aplícalo para actuar en consecuencia. Ante el problema de no saber qué decir, lo más recomendable es repasar aquellas frases de carácter neutro y que cumplen a la perfección de dar el pésame y que sabemos que no van a causar ningún tipo de daño a quien la reciba.
Mejor mostrarse parco en palabras en este sentido antes que tratar de hilvanar un discurso que no lleve ninguna parte y que pueda hacer que digamos algo equivocado. Si deseamos animar a alguien lo correcto es mostrarse próximo y dejar que sea esa persona la que vaya guiando la conversación, es decir, escuchar más que hablar. Sigues que tu compañía no está surtiendo efecto o que te encuentras en una situación incómoda, muestra tu afecto y abandona el lugar. Nada te obliga a permanecer en un espacio en el cual hay tantísimos sentimientos a flor de piel y que, por no saber manejar esta situación, se pueda provocar una situación incómoda.