Esto supone una cantidad 30 veces superior a la que se gasta anualmente en soluciones verdes y un 7% del PIB mundial, según señala un informe de la agencia de medio ambiente presentado en Dubái.
Casi siete billones de dólares de financiación pública y privada se destinan cada año a actividades que perjudican directamente a la naturaleza, una cantidad 30 veces superior a la que se gasta anualmente en soluciones verdes, según un impactante informe presentado este sábado en la Conferencia sobre Cambio Climático (COP28) de Dubái.
El texto del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) también revela que, a pesar de décadas de llamamientos para poner fin a los flujos financieros hacia sectores que dañan algunos de los bienes más valiosos de la humanidad, estas inversiones representan actualmente la friolera del 7% del PIB mundial.
La publicación este sábado se produce en un momento en que las negociaciones sobre el texto final de la conferencia se aceleran (la COP28 se clausurará el martes) y con el telón de fondo de la mayor acción in situ hasta la fecha en favor de la justicia climática. En el emblemático recinto de la Expo City de Dubái se escuchan llamamientos a poner fin a la dependencia mundial de los combustibles fósiles y a exigir reparaciones por “pérdidas y daños”.
El informe sobre el estado de las finanzas para la naturaleza es el primer estudio de este tipo y se centra en lo que se conoce como “flujos financieros negativos para la naturaleza”, subrayando la urgencia de abordar las crisis interconectadas del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo.
El documento, presentado coincidiendo con el día dedicado para debatir sobre la naturaleza y el uso de la tierra en la COP, también destaca que estas inversiones eclipsan la cantidad anual que se invierte en proyectos basados en la naturaleza.
La asombrosa cifra de 5000 millones de dólares de estos flujos financieros negativos para el medio ambiente procede del sector privado, lo que supone 140 veces más que las inversiones privadas en soluciones verdes, y casi la mitad de esa cantidad procede de sólo cinco sectores: construcción, servicios eléctricos, inmobiliario, petróleo y gas, y alimentación y tabaco.
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Finanzas verdes
Uno de los socios del PNUMA que contribuyen al informe es Global Canopy, una organización sin ánimo de lucro basada en datos que se centra en los factores del mercado que afectan negativamente a la naturaleza.
Su director ejecutivo, Niki Mardas, declaró a Noticias ONU que hay un grupo de empresas o instituciones financieras que pueden estar realizando inversiones positivas para el medio ambiente “y haciendo mucho ruido al respecto, pero que ni siquiera tienen clara su exposición a [inversiones] negativas para la naturaleza, sobre todo cuando se trata de sus cadenas de suministro”.
Mardas subrayó que, aunque estas empresas deben seguir realizando inversiones positivas, también tienen que hacer el arduo y complejo trabajo de entender cómo están provocando el problema.
Deben empezar a abordarlo “no saliendo ni dejando de invertir, sino implicando a las empresas de sus carteras, implicando a las empresas de sus cadenas de suministro para que cambien sus operaciones y su comportamiento”.
Mardas puso el ejemplo de la lucha contra la deforestación, que está “en el centro” de cualquier esfuerzo por alcanzar un balance de emisiones netas cero. Sin embargo, sólo el 20% de las más de 700 instituciones financieras que se comprometieron a alcanzar un balance neto cero en el marco de la Alianza Financiera de Glasgow “han tomado alguna medida al respecto”.
“La mayor acción que podemos emprender en favor de la naturaleza, el clima y las personas es la financiación verde. Tenemos que financiar de forma ecológica, pero también tenemos que ecologizar esos siete billones de dólares de financiación. De lo contrario, siempre estaremos atrapados en este bucle”, añadió.
Invertir la tendencia
En una conferencia de prensa celebrada en Dubái, Mirey Atallah, directora de la Subdivisión de la Naturaleza para el Clima del PNUMA, afirmó que el informe demuestra que la crisis climática sigue superando los esfuerzos por contenerla.
Dijo que la financiación es “el gran facilitador, y sin dinero que fluya en la dirección correcta, no podemos alcanzar los objetivos que nos fijamos” en la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río para hacer frente a los desafíos interconectados del cambio climático, la desertificación y la pérdida de biodiversidad.
Aunque el informe puede ofrecer conclusiones muy aleccionadoras, Atallah afirmó que el PNUMA quiere utilizar los datos para demostrar que el dinero que se utiliza para dañar la naturaleza puede y debe desviarse para que tenga un impacto positivo, y subrayó que la COP28 debe ser el punto de inflexión.
En declaraciones a Noticias ONU, la funcionaria afirmó que la escasez crónica de financiación para soluciones basadas en la naturaleza no se debe a la falta de fondos, “es sólo que el dinero va en la dirección equivocada”.
Para convencer a las empresas privadas de que realicen las inversiones adecuadas, es preciso establecer los marcos jurídicos necesarios para orientar los fondos hacia soluciones positivas para la naturaleza.
Atallah añadió que algunas instituciones financieras privadas ya han empezado a tener en cuenta los efectos climáticos a la hora de solicitar préstamos, lo que puede ayudar a “cambiar el rumbo de las inversiones”.
Fuente: ONU